Cristo es el camino y la puerta. Cristo es la escalera y el vehículo. Es el propiciatorio colocado sobre el arca de Dios. Es "el misterio escondido desde siglos"
(San Buenaventura)

19.8.10

Padre José M Pantaleo

Falleció el 19 de agosto de 1992 a la edad de 77 años.

A continuación, fragmentos extraídos de algunas de sus homilías:

Los que exigen milagros para creer suelen no tener respuesta. En cambio, si el hombre cree, da paso al milagro y a la gracia de dios. Así lo hacía jesús, hace casi dos mil años en su paso por Galilea, cuando proclamaba la Buena Nueva, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Él es la señal. Elige a todos los hombres para ser también señal. Hombres de aquel entonces y de estos tiempos, para ser Evangelio, y comunicarlo a todos los que conocen el amor de dios. Este mundo no les pertenece. Es un lugar de paso y purificación. Por eso, no pueden quedarse quietos. Deben aprovechar el poco tiempo para crecer interiormente y para ayudar a los demás. El Señor les dice:"Alégrense conmigo, en vez de criticar al que volvió". Y Lucas afirma que "hay más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse". Al final, el hombre comprende que Dios es Padre. Él nunca lo abandona en la experiencia del bien y del mal. Él hace salir el bien del mal y lo crea día a día, sin que se dé cuenta, mientras hace camino. El Padre no juzga a nadie, sólo espera. Busca pecadores para poder inundarlos con sus riquezas, para enseñarles a amar. Él no los puso en la Tierra para cosechar méritos y premios, sino para que descubran que son sinceramente Sus hijos. Porque dios es Padre.

María no tenía sueños de autorrealización. No se sentía incomprendida o frustrada, aunque eran más las cosas que Ella desconocía que las que le enseñaban. Y entonces me siento mínimamente iidentificado, porque tengo más preguntas que respuestas. Pero María no cuestionaba a Dios ni se cuestionaba a sí misma. No exigía, respetaba. No discutía con José, lo alentaba y acompañaba. Por él era amada, protegida, conduída. maría servía, maría callaba, María amaba. Una vida simple, y para el siglo XX, monótona. No puedo imaginar pasajes de su vida sin la riqueza de su corazón, de su amor que coloreaba todas las cosas, y las recreaba. Lo primero que siempre me viene al encuentro no es su humildad, que más bien es consecuencia. Ni siquiera su silencio. Es su amor inmenso, que la hace servir y la hace orar. Ahí está el poder de su oración. Si a quien mucho se ama, mucho se le perdona, ¿qué será de quien mucho ama y en quien no hay nada que perdonar? Éste es el poder de intercesión de la Virgen, su Corazón Inmaculado que es uno con el de Jesús. El común de los hombres se afana en hacer cosas... Quiere hacer cosas buenas, hacer el bien. Pero también quiere ver los resultados. El verdadero hombre de fe es el hombre de oración. Es el que sabe que el poder que él adjudica a su oración está en Dios. Es el que no necesita ver para creer y porque cree termina siempre viendo. Cuando jesús se aparece a sus discípulos, dice: "¡Felices los que creen sin haber visto!" El hombre de fe tiene paz porque sabe abandonarse en Dios que hace grandes las cosas pequeñas. Y que gusta de las cosas pequeñas. Dios, que escucha la oración del humilde, ésa que horada las nubes y llega hasta el mismo trono. porque el hombre de fe comprende que Dios es un padre bueno que sólo sabe darle cosas buenas. María, en la Tierra, fue una mujer de absoluta fe. María oraba en silencio, humilde y confiadamente. Contemplaba el misterio de Dios en sí misma y en el hijo de sus entrañas. Por eso, fue también una mujer de acción.
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De la Tierra, el hombre debe regresar a los cielos. Para ser testigo del poder de la oración de María, de su contínua intercesión ante Dios por cada uno de sus hijos.
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Cuando alguien pide una gracia, una curación, para ese alguien es un punto de llegada. Pero para el Señor, es un punto de partida. Y cuando el hombre no acude al llamado de Dios, cuando se queda anclado en la indiferencia o aplastado por la cruz, es entonces cuando Ella se acerca para traerle a Jesús.
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En la actualidad, Jesús se presenta de diferentes maneras. Ya no está vestido con una túnica blanca sin costuras, sino que está latiendo en todos los que tienen hambre y frío. En todos los que padecen enfermedades y en los que están abandonados. Está también en nosotros mismos.
Por eso, cuando el hombre ignora a los desprotegidos, a los necesitados, lo ignora también a Cristo. De nada sirve golpearse el pecho frente a la cruz y besar sus pies amorosamente si, a sabiendas, se ignora Su mandamiento principal: amarnos los unos a los otros como Él nos amó.
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"Yo estoy contigo", les dice a cada uno de Sus hijos que han sido la causa de Su dolor, de Su sacrificio, de Su muerte y resurrección.
Les dice a todos los hombres para que entiendan que Él está en todo momento, en la alegría y en el dolor, conduciéndolos. para que comprendan que todos deben pasar inevitablemente por la muerte para tener más vida. Porque después de cada tormenta, sale el sol, tan cierto como que el Domingo de Aleluya le siguió al Sábado del dolor.

Fuente: "Palabras para mi pueblo" - Edit. Sudamericana-1996