Inquietud
Cuídense de la ansiedad y las inquietudes, porque no hay cosa que impida tanto en el camino a la perfección como las perturbaciones, las inquietudes y la ansiedad de conciencia. Depositen dulcemente sus corazones en las llagas de nuestro Señor, pero no forzadamente. Tengan una gran confianza en su misericordia y bondad, que Él jamás los abandonará, pero no dejen por eso de abrazar firmemente su santa cruz.
Los ejercicios espirituales
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Durante la jornada, y entre tus ocupaciones, lo más a menudo que puedas, comprueba si tu amor se dispersa hacia adelante, si no está un poco desordenado, y si te mantienes siempre de la mano de nuestro Señor. Si te encuentras atareada en exceso, calma tu alma y busca su tranquilidad. En los momentos de paz y sosiego, multiplica los actos de dulzura y así, con este ejercicio, habituarás tu corazón a la mansedumbre.
No enfrentes las pequeñas tentaciones con discusión ni combate, sino con un simple recuerdo de Jesús crucificado, como si por amor te acercaras a besar su costado y sus pies heridos. No te esfuerces en hacer muchas oraciones vocales; y cuando reces y sientas que tu corazón es arrastrado a la oración mental, déjalo volar. (correspondencia con las hijas espirituales)
Extracciones de: Padre Pío de Pietrelcina "Los estigmas de la fe".
Canonizado el 16 de Junio de 2002 por Juan Pablo II