“De María aprendemos a amar a Cristo, su Hijo y el Hijo de Dios… De ella aprendemos a ser siempre fieles, a confiar en que la Palabra de Dios se cumplirá en nosotros, que nada es imposible para Dios.” (San Juan Pablo II)
Cuando honramos al Inmaculado Corazón de María, honramos también a Jesús. Al honrar a la Madre, se honra al Hijo.