«Entonces verás claro»
Ciertas personas convierten en mal humor todo lo que ingieren, aunque el alimento sea sano. La falta no está en el alimento, sino en su temperamento, que hace alterar los alimentos. De la misma manera, si nuestra alma tiene una mala disposición, todo le hace mal; incluso las cosas útiles las transforma en nocivas para ella. Si alguien pone unas pocas hierbas amargas en un pote de miel, ¿no alterarán el pote entero haciendo que la miel se vuelva toda ella amarga? Eso es lo que nosotros hacemos: difundimos algo de nuestra amargura y destruimos el bien del prójimo cuando le miramos según nuestra mala disposición.
Hay otras personas que tienen un temperamento que todo lo transforman en buenos humores, incluso los malos alimentos... Los cerdos tienen una fuerte constitución: comen ajos, el hueso de los dátiles y les desperdicios de las comidas. Y, sin embargo, transforman estos alimentos en carnes suculentas. Nosotros igualmente, si tenemos buenas costumbres y nuestra alma está en buen estado, podemos sacar provecho de todo, incluso de aquello que no es aprovechable. El libro de los Proverbios lo dice muy bien: «Aquel que mira con dulzura, obtendrá misericordia» (12,13). Pero en otra parte dice: «Al hombre insensato todas las cosas le contradicen» (14,7).
He oído decir de un hermano que, si yendo a ver a otro encuentra su celda dejada y en desorden, se dice para sí mismo: «¡Cuán dichoso es este hermano de estar completamente desasido de las cosas terrestres y de llevar su espíritu siempre en lo alto, que no tiene ni tan sólo el placer de arreglar su celda!» Si a continuación va a la celda de otro hermano y la encuentra arreglada, limpia y en orden, se dice: «¡La celda de este hermano está tan limpia como su alma. El estado de su celda corresponde al estado de su alma!» Jamás dice de ninguno: «Éste es desordenado» o bien: «Éste es frívolo». Gracias a su excelente estado saca siempre provecho de todo. Que Dios, en su gran bondad, nos dé, a nosotros también, un buen estado interior para que podamos aprovecharnos de todo y jamás pensemos mal del prójimo. Si nuestra malicia nos inspira malos juicios o sospechas, , la transformémoslas rápidamente en buenos pensamientos. Puesto que no ver el mal del prójimo, con la ayuda de Dios, engendra bondad.
Doroteo de Gaza (c. 500 -?), monje en Palestina, Carta 1
San Doroteo de Gaza
Una vez, San Doroteo envió a sus discípulos a buscar agua, pero volvieron diciendo que habían visto una serpiente y que el agua en el pozo estaba envenenada. San Doroteo fue al pozo, tomó un cucharón de agua e hizo la señal de la cruz sobre ella bebió, diciendo: "Cuando la Cruz, allí los poderes demoníacos no hacer daño".
Siendo su misión en el monasterio cuidar a los monjes ancianos y enfermos, tuvo la mejor ocasión de practicar con ellos una exquisita caridad cristiana. Muertos sus maestros, él mismo tomó el relevo: formó a san Dositeo, que brilló por su santidad. Fundó el monasterio situado entre Gaza y Majuma, del que fue abad. Escribió un tratado ascético dedicado a la vida monástica, que se conserva en versión griega y latina.
San Doroteo murió en paz a una edad avanzada en el primer tercio del siglo VII.