Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús
Entre las diversas escenas en las que aparece María a lo largo de los evangelios, la liturgia de hoy, en su fiesta de Madre de la Iglesia, nos presenta dos, bien significativas.
Desde lo alto de la cruz, a punto de morir, Jesús entrega a su madre como madre del discípulo a quien amaba. Siempre se ha visto en este pasaje la entrega de María como Madre de todos los seguidores de Jesús, como Madre de la Iglesia.
Pero no es un título solo honorífico. María ejerce realmente como Madre de la Iglesia, como Madre de todos nosotros, estando siempre dispuesta a escucharnos, a escuchar todas nuestras palabras donde le podemos expresar las diversas situaciones y los diversos momentos por lo que atraviesa nuestra vida. Y ella, que es medianera de todas las gracias, está dispuesta a concedernos aquello que más necesitamos en nuestro caminar siguiendo a su hijo.
Sabemos que María, como buena Madre, siempre nos recordará la mejor actitud que podemos adoptar. Señalándonos a Jesús, como en las bodas de Caná, nos dirá “haced lo que él os diga”. Y con su presencia continua, siempre maternal, nos dará la fuerza para seguirle.
Cuando Jesús, después de muerto y resucitado, asciende a los cielos delante de sus apóstoles, estos vuelven a la casa donde habían estado y “perseveraban unánimes en la oración”. Y allí, con ellos, con la inicial iglesia, estaba también María la Madre de Jesús. Esta va a ser la actitud de María con todos nosotros, con los que formamos la iglesia. Siempre estará a nuestro lado, como buena Madre.
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.