El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y
de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose
como Padre, Hijo y Espíritu Santo (CIC 261).
La fiesta, que se celebra el domingo después de Pentecostés, fue
establecida para todo Occidente en 1134 por el Papa Juan XII. El
Trisagio Angélico se reza durante tres días, empezando el viernes antes
de esta fiesta. Es una oración de adoración y alabanza a la Trinidad
Beatísima.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén.
V Abrid, Señor, mis labios, R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. ¡Señor, ven en mi auxilio!, R. Y apresúrate a socorrerme.
V. Gloria al Padre... R. Como era en un principio...
V Abrid, Señor, mis labios, R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. ¡Señor, ven en mi auxilio!, R. Y apresúrate a socorrerme.
V. Gloria al Padre... R. Como era en un principio...
Decenas:
Se procede del siguiente modo: en primer lugar, dicen todos la
deprecación “Santo Dios”; después, como de costumbre, alternan la
oración dominical el sacerdote (o el que dirige el rezo de las
oraciones) y los demás; a continuación, se repiten nueve veces los
versos siguientes, diciendo el sacerdote (o el que dirige el rezo de las
oraciones) “A Ti la alabanza” y respondiendo todos “Santo”; al terminar
se añade Gloria al Padre.
Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, ten misericordia de nosotros.
Padre nuestro…
Padre nuestro…
V. A Ti la alabanza, a Ti la gloria, a Ti hemos de dar gracias por los
siglos de los siglos, ¡oh Trinidad Beatísima! R. Santo, Santo, Santo
Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de tu
gloria.
V. Gloria al Padre... R. Como era en un principio...
Las otras dos decenas se dicen del mismo modo, comenzando por las
palabras “Santo Dios”, etc. Al terminar la última decena, todos dicen la
siguiente:
Antífona: A Ti Dios Padre no engendrado, a Ti Hijo unigénito, a Ti
Espíritu Santo Paráclito, santa e indivisa Trinidad, con todas las
fuerzas de nuestro corazón y de nuestra voz, te reconocemos, alabamos y
bendecimos: gloria a Ti por los siglos de los siglos.
V. Bendigamos al Padre, y al Hijo, con el Espíritu Santo. R. Alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.
Oremos
: Omnipotente y sempiterno Dios, que en la confesión de la fe verdadera
has concedido a tus siervos reconocer la gloria de la Trinidad eterna y
adorar la Unidad en el poderío de la majestad: te pedimos que, por la
firmeza de nuestra fe, nos veamos siempre libres de toda adversidad. Por
Cristo Nuestro Señor. R. Amén.
Terminada la oración, todos añaden:
Líbranos, sálvanos, vivifícanos, ¡oh Trinidad Beatísima!